Acontece que cuando éramos niños vivíamos en calle Cuevas 1839, a cuadras de donde vivían los tatas, cuadras que caminábamos sagradamente cada domingo para el almuerzo en familia con los abuelos, era una especie de minga, todo el mundo cooperaba, los niños jugaban y ponían la mesa, mientras las mamás preparaban las comidas y postres, padres y abuelo conversaban sobre los acontecimientos nacionales…
Mi memoria de niña trae un recuerdo imborrable, asociado a días de invierno, frío y lluvia…
Resulta que en estos días, que se hacían interminables para nosotros, niños pequeños “atrapados” dentro de la casa, ocurría algo que nos alborotaba y alegraba infinitamente…
Acercándose la hora de once, sentíamos golpear la puerta … corríamos a abrir … y allí estaba en su bicicleta nuestro Tata sonriendo, un poco mojado y con las manos en la espalda, escondiendo algo…
Era una bolsa de papel con exquisitas y crujientes sopaipillas que la abueli había cocinado y él nos traía como hermoso regalo, luego se despedía y ni siquiera se quedaba a tomar onces.
Resulta que en estos días, que se hacían interminables para nosotros, niños pequeños “atrapados” dentro de la casa, ocurría algo que nos alborotaba y alegraba infinitamente…
Acercándose la hora de once, sentíamos golpear la puerta … corríamos a abrir … y allí estaba en su bicicleta nuestro Tata sonriendo, un poco mojado y con las manos en la espalda, escondiendo algo…
Era una bolsa de papel con exquisitas y crujientes sopaipillas que la abueli había cocinado y él nos traía como hermoso regalo, luego se despedía y ni siquiera se quedaba a tomar onces.
Este gesto de los abuelos , lo valoro inmensamente como una sencilla expresión de AMOR y COMPARTIR tan ajeno al actual consumismo.
Y hasta el día de hoy las bolsas de papel tienen un especial encanto para mí…
Historia escrita y contada por Marité Mota
7 comentarios:
¡¡¡¡Esos son abuelos !!!! puro amor, sopaipillitas hummm...y de sorpresa !. Lindo tu testimonio Marite solo confirma lo que siempre vimos en los tios, un gran beso a todos, Anamaria.
Que linda historia! Refleja exactamente lo que pienso que fue el corazón y el alma del tio Manuel, a quien tuve pocos años para admirar y, claro, ese corazón que le conocí harto a la tia Teresa. Me lo imagino clarito, como en una pelicula, al tio con su bolsita de papel feliz y contento pues sabia lo que ella produciria en ustedes! No se cual era la bicicleta, pero la imagen es de esas antiguas,color negro, con freno de varilla, pero es pura imaginación mia... Queremos más historias de los tatas!!! Ah, y me gustaria saber como se conocieron los lolos Tere y Jesus... Mis afectuosos saludos a ese par de corazones que siempre he admirado!
Jorge Patricio , créeme que casi pude adivinar que ilustrarías este relato con algo alusivo y claro ¡le achunté!
pero debo reconocer que quedé corta...
Creo es una hermosa pintura ¿o me equivoco? ¿de quién es?
gracias por la delicadeza de buscar este lindo detalle...
Un abrazo primo
Mari.....la pintura es de Alberto Jiménez, un español contemporáneo, licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid... (lo sé porque lo busqué en internet....)
Besitos a todos.....
Es correcto lo que afirma nuestra artista Marcela quien me ganó la mano antes que contestara tu inquietud.
Para mí es un honor y un agrado buscar las imágenes que mejor ilustren las historias que vamos contando. Marité, gracias por apreciar ese esfuerzo.
Me hace feliz poder hacer algún aporte .... ya que recuerdos de aquellos gloriosos tiempos no tengo....
Un abrazo.....
¡Puchas qué lindos recuerdos y tan bien escritos por Marité! Por otro lado Marcela me deja turulato y admirativo con su cultura artística. En pintura Chilena me confieso muy ignorante, no por falta de interés sino por no estar a mi alcance en este país tan re lejano. Creo que tendré que hacer visitas virtuales a los museos nacionales para ponerme un poco al día.
Sigan contando del tío Manuel y la tía Teresa que no me canso de pensar en ellos con placer y cariño enormes.
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