jueves, 7 de febrero de 2008

Que tiempo feliz el de la niñez...

Papudo aparece en mi memoria casi simultáneamente con mi uso de razón. ''Me veo chango en patio jugar'', dice la zamba. Los cerros, las quebradas, la playa, los roqueríos, el golf... Eran mis inmensos terrenos de juego y con los cabros Encina inventábamos cada aventura que hasta al Indiana Jones le quedaría como poncho. Desde que nos conocimos fuimos compinches y nos quisimos como hermanos. Cuando empiezo a recordar retrocedo hasta ese verano en que mi viejo me llevó en tren y nos alojamos en El Parrón, al lado de Don Rola. Una mañana fuimos a pasear al golf que tenía la entrada casi al frente de donde nos alojábamos. Entramos por un camino de media cuadra de largo entre dos filas de aromos hasta llegar a la partida de lo que era el hoyo 1, hoy es el 18, pero era dos veces más largo. Esa cancha servía de pista de aterrizaje para las avionetas de los ricachones que llegaban a veranear y se paseaban entre Santiago y los diferentes balnearios del país. Al lado de la partida había una casucha desde donde apareció el viejo Miguel y nos metió conversa y me regaló un fierro 4 con el mango de madera cortado para ser usado por un pergenio como yo. Los viejos agarraron papa conversando y se dieron cita en El Parrón para el anochecer. Conversaron de lo humano y de lo divino delante de unas botellas de tinto que fueron vaciando con parsimonia. Ahí supe que los dos eran de temer para los combos y entre salud y salud se fue sellando una amistad que hasta hoy tiene felices consecuencias. Al otro día nos cambiamos a la casa de los vecinos de los Encina que estaba desocupada y que ellos tenían por misión de cuidar. Esa misma noche mi viejo se dio a conocer como cantor y guitarrero y casi se amaneció cantando los éxitos románticos del momento. Pero a mí lo que más me gustó fue Paisajes de Catamarca, entonces me dieron las ganas de tocar guitarra yo también, pero como tenía los dedos chicos y la guitarra de mi taita era re dura no me resultó ningún intento para sacarle algo con sentido musical. Así empezó mi cariño por Papudo. Durante el día íbamos a caminar, vagabundeando por los cerros, la Quebrada del Francés, el Monte Oscuro... y todos esos lugares que nos llenaban el alma de poesía y sueños. La noche sin electricidad se llenaba de estrellas donde reinaban Las Tres Marías (Orión) y las Nubes de Magallanes. Entre los ladridos interminables de los perros escuchábamos los grillos, las lechuzas y los zorros que se internaban en el pueblo para apoderarse de alguna gallina mal protegida. Hoy disfruto esos recuerdos y trato de compartirlos con ustedes y con quien pueda leer esta página. Y como dice la zamba ''qué tiempo feliz el de la niñez, penay yo no sé para qué pasará. Palabrita e' Dios que dan gana 'e llorar de solo pensar que no volverá''... Pero yo sigo teniendo lindos sueños evocando aquellos tiempos. (continuará)

Escrito por don Yope

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Don Yope hizo una tercera entrada digna de un Neruda en Confieso que he Vivido. Magistral, linda, emocionante, historia pura con la cual me siento profundamente identificado. Y cuando dice continuará quedo obligado a cobrar que esa historia continúe lo antes posible. Papudo es el recuerdo de la felicidad plena. Parece coincidencia pero pienso que no lo es el hecho de que este blog tenga la foto de nosotros tres allá en el tranque. El texto de don Yope nos deja con la vara alta, pero le haremos empeño a recordar también esos tiempos. Yo debo confesar que no recuerdo exactamente el primer dia que fui a Papudo, posiblemente don Yope se va a acordar. Yo estaba re chico, porque tengo fotos en la playa, jugando con un velerito, con un trajebaño antediluviano, que ni me acuerdo de habérmelo sacado... Pero tengo una serie de recuerdos de infancia por esos pagos que iré tambien contando. Y don Yope una vez más le pegó en los cachos con recordar: Que tiempo feliz, el de la niñez, pero ai yo no sé para que pasará, palabrita 'e Dios que dan gana e llorar de solo pensar que no volveran...
Y no voy a seguir ahora porque me le van a caer los mocos...Y qué jué!

Don Pato dijo...

Tiene razón don Mejai, don Yope hizo una entrada apoteósica, digna de un literato de alta alcurnia.
De alguna manera me sentí transportado en el tiempo a aquellos lares papudanos que tan bien nos relata nuestro querido don Peyo, y aunque no fuimos contemporáneos en esas primeras visitas, también guardo recuerdos imborrables de Papudo, de Los Encina, del "golfo", de la quebrada, de los pirigüines, de las guerras con flechas...Uf ! de tantas cosas que iremos desenterrando y redescubriendo a través de este blog.

Me tendrá que contar más detalles de esos lugares y me enseñará sobre la quebrada del Francés y de aquel Monte Oscuro que su solo nombre me hace rememorar mis miedos de niño.

Échemole entonces pa' delante y pongamos por escrito nuestras vivencias infantiles en aquella tierra generosa que cobijó nuestros sueños más tempranos.

Anónimo dijo...

Aunque nadie me ha invitado oficialmente a participar de este blog igual quise meter la cuchara para decirles que me hicieron moquillar de lo lindo con esos hermosos recuerdos,Papudo nostalgia niñez y adolescencia,familia Encina acogedores, mama Juana un encanto como olvidarla,pololo Pablo já já un tiro al aire pero simpático,paseos por la terraza con Anamaría y Lucía yo en el medio me decian la hoyito cabra chica metida a grande, pero lo pasaba chancho,puesta de sol en Pite , ibamos caminando era un paseo topísimo igual que cuando ibamos a Lilen por el día, o cuando ibamos a la piedra de la mesa,cuantos recuerdos tengo una nostalgia e igual que la canción
Que tiempo feliz el de la niñez cariños para uds por recordar y escribir tan bonito los quiere Loly