Hoy pasé a saludar a mi amiga, doña Fenix Dos que le dicen. Me cuenta que está contenta con viajar por todo el país para que todo el que quiera la pueda ver en vivo y en directo, pero en su corazoncito de acero siente que debe volver para quedarse en la región de Atacama. Podría ser en Copiapó o mejor talvez en Caldera, allí cerquita del mar. Es que echa un poco de menos su Talcahuano que la vio nacer.
3 comentarios:
Esta amiga de fierro es espectacular y con un corazón a prueba de balas. Este tipo de amigos son los que vale tener. Estaba pensando que me hubiese gustado ser amigo de Ferrilo...
Histórica foto! Si don Topa hasta parece un minero con sus anteojos oscuros! Esa Fenix nos dejó conocidos en el mundo. En la feria de turismo de Rio, donde me encontraba, me pararon varias veces para felicitarme por ser de un país que tanto luchó por la vida humana, en serio!!!
Es que fue realmente algo que impactó hasta el más frio ser humano. Nos pasamos....
Este don Topa tiene puras amigas prestigiosas. Esta cápsula va a ser más famosa todavía con este retrato con el mopri al lado.
Pero quedé con cierta desilución: el cuento de Julio Verne del Viaje al Centro de la Tierra eran puras pamplinas. Ni un monstruo queriendo comerse a los mineros, ningún océano interior, nada. O sea que los 33 lo pasaron tranquilitos, sin sobresaltos, puro esperando que los fueran a buscar...Apuesto que ahora cualquier pelafustán se cree capaz de pasar por lo mismo sin problema.
Hablando en serio, aquí se ha comentado mucho la cosa y se hacen comparaciones de las condiciones de trabajo de los mineros locales y las de otros píses donde las empresas hacen lo quieren sin respeto a la vida de los trabajadores. Pero se quedan calladitos cuando se hace el comentario de que muchas de las compañias mineras negligentes en cuestión de seguridad son precisamente canadienses. En fin, esperemos que la historia de los mineros sirva para que los gobiernos se pongan los pantalones y paren en seco las ambicines desmesuradas de estas multinacionales y de patrones poco sensibles a la condición humana de sus trabajadores.
Lo que dice don Mejai es cierto: fue todo el país que le puso ñeque y corazón para salvar a estos trabajadores.
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