domingo, 26 de octubre de 2008

El Relo

Paseo con el abuelito David, en las cercanias del camino Quilin.

Soy re malo para recordar fechas y los números no van mucho conmigo. Pero esto que voy a contar sucedió algún tiempo antes de que el abuelito David nos dejara. Me vino a la memoria durante un chateo con don Topa, haciendo recuerdos de nuestro querido abuelo y las historias de El Nacional. Tanto don Topa como yo pasamos tiempos en ese negocio que tenia don David con los tíos Sergio y Jorge. Éramos los “gomas”, una especie de júnior para todo servicio, desde ir al banco a lavar loza, desde pinche de cocina a vendedores, de verdad hacíamos de todo. En este bazar se vendía y compraba prácticamente de todo, desde agujas para victrolas (sí, de esas de dar cuerda, que tocaban discos de 78 rpm…) hasta mantas de castilla, sombreros, ternos, violines, maquinas de coser, lanzaderas, guitarras, relojes, bandoneones, lapiceras y quien sabe cuantas cosas más..

Un día alguien vino a ofrecerle justamente una lapicera Parker al abuelo. Debe haber estado a buen precio, ya que acabó comprándola. No pasó mucho tiempo de esa compra cuando aparecieron los “tiras” en el negocio, diciendo que esa lapicera era robada, por lo tanto el abuelo seria acusado de receptador. Esto hizo que don David, que era extremadamente temeroso de la ley, quedase en estado de shock total.

El abuelito comenzó a transmitir en todas las bandas, decía que se lo llevarían preso y cada vez que alguien golpeaba la puerta o a veces sin razón alguna, decía "me vienen a buscar, me van a llevar preso"... Para mí era un tormento verlo así, que en mi mentalidad de cabro chico solo atinaba a decirle "no abuelito, no le va a pasar nada"… Otra cosa que recordé ahora nítidamente es verlo en el living paseándose de un lado a otro, en un moto-continuo, balbuceando algo sobre de prisión, cárcel, tribunales y cosas por el estilo. A esa altura el abuelo ya no estaba más viviendo la realidad, uno le podía decir cualquier cosa, llamarlo a comer o pedirle el sombrero, él no estaba ni allí, literalmente.


Una mañana temprano el abuelito me despertó, se sentó al borde de mi cama, en la pieza que compartíamos con el Peyo, al lado del baño, y me dijo: Jaimito, yo me voy a ir, así que quería darle este reloj de regalo. Recuerdo que le dije, inocentemente, pa donde se va a ir abuelito, yo voy con usted... Ahí me agarró el brazo, se sacó el reloj de su pulso y me puso un Technos plateado, con pulsera de esas que se estiran, en mi muñeca. Le dije, no, abuelito, es suyo, y recuerdo que él me dijo algo así como, allá no lo voy a poder usar... Pienso que seguía con ese asunto de ser preso, no creo que haya estado pensando en la muerte.No se cuantos días pasaron, uno, dos, cinco. Uno de esos días el tío Sergio comenzó a repetir la frasecita de que "alguien le robó el reloj a mi padre"...

Yo le habia contado de esto a mi viejo y a mi mamy, que ya estaban bien asustados con el comportamiento del abuelito. Ahí recuerdo que el tío Sergio, que ya me había visto con el reloj del abuelito, comenzó a presionar a mi viejo con que yo debería devolver el reloj. A todo esto quiero dejar bien claro que don David ya no estaba muy firme en sus cinco sentidos y que, reloj más reloj menos, no seria esa la diferencia entre estar mejor o peor de su salud mental. El tío Sergio se puso pesado con el asunto, tanto así que un día mi viejo no aguantó más el verso repetido y le paró los carros. Le dijo con voz fuerte y golpeada : " don David le regaló el reloj al niño. Si quieres que él te devuelva el bendito reloj no hay problema alguno, ,así que vamos a parar con este asunto al tiro". Mi viejo tenia harta paciencia, se comía el buey por horas, pero cuando se le paraba la pluma, habia que salir corriendo…. Recuerdo la cara de don Sergio blanca como papel, los ojos bien abiertos y sin atinar una respuesta. Dígase de pasadita que mi viejo nunca “fumó” mucho al tío Sergio...

Recuerdo claro como el agua, que esa noche mi viejo vino a mi pieza. Se sentó en una silla, puso los codos en las rodillas y las manos sujetaban su cara, en la cual sus ojos idos mostraban una pena inmensa. Comenzó a mover las piernas y yo pensé que él estaba temblando y a punto de explotar. No aguanté y me puse a llorar. Le dije "papito, no se ponga asi, no quiero verlo con pena "... Ahi él percibió que yo estaba con los nervios pa las calendas con toda esa tremenda historia y me tranquilizó haciéndome cariño. Le dije que le entregara al tiro el reloj a don Gioser, que para mi era un regalo del abuelito pero como estaba medio trastornado seguramente no era para regalármelo.

La cuestión es que le pasé el reloj a mi padre y no se si fue en ese día o en otro, mi viejo le entregó el reloj al tío Sergio, sin antes decirle unas cuantas verdades. El tío sintió que venia un tsunami de proporciones continentales, le cayó la ficha de que se le había pasado la mano en sus comentarios sobre la novela del reloj y yo, asi que le dijo a mi padre: "cabrito ( asi se trataban...) no, no, no, déjalo con Jaimito no mah"....


Y ese reloj me acompañó por gran parte de mi juventud, incluso viajó conmigo por el mundo. Lo tuve hasta inicio de los 90, cuando teníamos la operadora de turismo Access, en un pasaje de la calle San Antonio con Huérfanos. El Technos tenia dos novedades tecnológicas de esos viejos tiempos, se daba cuerda solo y su eje volante estaba montado en una pieza llamada Incablock, patentada por la marca Technos. Ese sistema impedía que el eje volante se quebrase o parase de funcionar por golpes o caídas del reloj. Recordemos que antes los relojes tenían cuerda, manecillas, engranajes mil, diminutos rubíes en su interior, no eran todos a prueba de agua ni mucho menos usaban pilas o eran multi-funcionales, como hoy, que tienen barómetro, brújula, termómetro, altimetro y otras gracias…

Una tarde de domingo, cuando los rayos amarillentos del sol entraban tangencialmente por la ventana del departamento que tenia en Montecarmelo, después de tomar una ducha, me lo fui a poner y se me resbaló de las manos mojadas. Paró de funcionar. El viejo y fiel Technos automatico con Incablock había parado sus funciones vitales….

Lo mandé a arreglar al relojero del pasaje que estaba nuestra oficina. Por el uso, estaba muy frágil el eje volante y el Incablock no aguantó el pencazo, eso me dijo mi viejo, que entendía del asunto.

El tipo de la relojería no me daba buenas noticias: No he encontrado la pieza, me decía cada vez que pasaba a preguntar por mi joyita sentimental. Un día, nada bello en mi recuerdo, la relojería amaneció cerrada y sin nada ni nadie adentro. Nunca más supe del “rélo”, ni nunca más vi luces del relojero.

Una pena haberlo perdido ya que ese Technos fue por muchos años el recuerdo vivo, pulsante, exacto y certero del amor que siempre tuve por el abuelito David.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Jaime , que emotivo tu recuerdo de tu abuelo David , solo confirma lo querendones que somos en esta familia, supongo que viene de nuestros mayores...
También haces alusión a los conflictos que nunca faltan en los grupos familiares en especial cuando son muy numerosos...
Pero creo que siempre todo es superado por el cariño y también por la "segunda mirada" que le damos a los hechos " foguedos " ya por nuestras propias experiencias e historias...

Un abrazo cariñoso para ti y también para los lectores presentes...

Don Peyo dijo...

Linda y sensible historia que cuenta don Mejai. Además hay que reconocerle la calidad de la pluma.
Por mi parte recuerdo esos días de ''despedida'' del abuelo David con bastante claridad. Yo también tuve que calmarlo varias veces diciéndole que lo del lápiz no era nada grave, pero a él se le puso que posiblemente habían otros objetos que él podía haber comprado que fueran producto de robos, pero no había modo de convencerlo de que no le iba a pasar nada. Entonces se acordaba de cuando un ladrón le había querido vender los lentes que le había robado a la Juanita cuando ella trabajaba en el hospital San Juan de Dios. Para él el mundo estaba lleno de bandidos y no sabía dónde esconderse.
Presintiendo algo malo empezó a regalar cosas como recuerdo, a mí me tocó un maletín de cuero que usé bastante tiempo hasta que se le rompió una correa para cerrarlo. Como profe lo llenaba de libros y papeles. Quedó en algún rincón de mi casa en Parral.
Cuando salió del hospital para morir en su casa me pidieron que lo acompañara y cada vez que se movía en su cama yo lo tocaba para que no se sintiera solo. Un día me dijo: ''me voy a morir lueguito'' a lo que respondí: ''no diga eso, abuelito''. Luego me relvó en mi puesto la Juanita y para descansar de los nervios me fui caminando hasta donde el tío Chito que quedaba a una media hora de marcha atravesando la Quinta Normal. Llegando me abrió la puerta la señora Laurita, madre de la tía Oriana, al mismo tiempo que me decía: ''murió tu abuelito''.
El resto de la historia merece un una larga crónica a la cual estoy seguro vamos a aportar detalles os tres hermanos que estuvimos cerca del abuelo David. Viejo (lo digo con enorme cariño y respeto) de buena madera que merece nuestro reconocimiento porque siempre tuvo en su mente y su corazón a cada uno de sus nietos.

Jaime Bórquez dijo...

Don Yope, lindos recuerdos y qué claros los tiene. Pienso que es nuestra obligación contar las tres versiones de ese asoleado dia en que se nos fué nuestro querido abuelito David. No recordaba que usted habia salido temprano de casa. Yo presentí que el descanso de nuestro abuelo vendria en algunas horas, por eso me senté en la cama de mi mamy y le comencé a preparar el ánimo, a decir los pasos que habria que seguir, de misas, cementerios, de la paz interior necesaria. Usted recordará, y mi hermana tambien, que la mamy Tita venia recuperandose de una de sus tremendas depresiones, los remedios la dejaban grogui y, muy probablemente, eso hizo que tomara la partida de su padre con mayor tranquilidad.
Hay harto que escribir, hay tantos sentimientos en cada uno de nosotros. Estos deben aflorar y tornarse hechos legibles. Tuvimos, tenemos y tendremos una inmensa y bella familia.

Marité, aprovecho de decirte que tus palabras me dejan conmovido, de verdad. Queria tambien decir que llegar a la casa del tio Manuel, ver a la tia Teresa, a Jesus, a Tere y a "las niñitas" me producia un estado de felicidad tan grande que rogaba para que esa visita se repitiera luego...

Un beso enorme a todos, Bórquez, Acuña, Mota, Escobar, Castillo, a retoititos que han sido parte de esta enorme tribu.

Don Pato dijo...

Bien don Mejai !!!
Habíamos hablado hartas veces de este tema y lo conminé a relatarlo y compartirlo con nuestra familia a pesar que algunos pasajes nos parecían un tanto fuertes. Bien por usté que se lanzó a la piscina y publicó solito. Fui gratamente sorprendido esta vez...
Espero que me permita meter mi cuchara y de paso amononarlo un poquito con otras imágenes.

Jaime Bórquez dijo...

Don Topa! No solo deseo que meta la cuchara como le pido que lo haga, partiendo por poner la foto del "rélo" que sé que tiene por ahí... Y si puede amononarlo con ese gusto y conocimiento que usted tiene, sea bienvenido!
No le puedo decir que me fue fácil hacerlo solito, lo puse y lo saqué varias veces porque me quedó el texto chueco ( y el título aún está...) no conseguia bajar la foto, inclusive pasé un susto inmenso al borrarse todo el texto cuando lo estaba poniendo!!! Suerte mía que lo habia copiado segundos atras en el Word! Pero este ejercicio me dió la confianza cmo para seguir tirándome solito a la napisci...

Abrazón
On Mejai, el blogger qmd ahora...

Claudia Boniche dijo...

Me gustó mucho la historia, la verdad es que sin conocer al abuelito David, me pareció verlo allí en el living de su casa, dando vueltas nervioso por lo que le había ocurrido. Que lástima lo del reloj, debió haber sido una pena muy grande para tí, el ultimo recuerdo de tu abuelo. Es increible lo que te hace vivir una historia muy bien contada, te hace imaginar que estás allí mismo, viendo los acontecimientos como si realmente hubieses estado allí. Realmente un gran escritor!

Don Pato dijo...

Ya don Mejai, le puse las fotos para graficar su historia. Me demoré su poco, pero ahí están. Espero que le sean de su agrado tanto a usté como a nuestros amables lectores.
Estoy preparando la publicación de aquella historia que usté conoce y que vivimos juntos allá por el año 1973 en Parral.

Unknown dijo...

Queridos primos, como siempre reciban mis felicitaciones y admiración por lo que hacen, realmente, son buenísimos. Leí con mucha atención lo del "relo", y me dió mucha pena ponerme en el lugar de Jaime que habiendo recibido un regalo con tanto cariño de parte del abuelito David, haya sido objeto de una mala interpretación por parte del tío Sergio, pienso que su actuar se excedió debido a un extremo cuidado por las cosas de su padre, que ya no tenía la suficiente claridad mental para confiar en lo que hacía.Nosotros los nietos Acuña Correa, vivíamos en Viña en áquel entonces y no tuvimos la oportunidad de compartir con Pello, Jaime y Ana María, esos intensos momentos de la partida de nuestro querido abuelito David, ahora siento cuanto me habría gustado estar presente y demostrarle nuestro cariño, merecía todo nuestro amor y respeto, fué un gran hombre. Por eso mismo, por ser tan correcto y transparente en su vida, quedó impactado con el asunto de la "Lapicera", que el sólo pensar en una acusación ante la justicia, lo llevó a sufrir esos "delirios".
Bueno mis queridos Pello, Pato y Jaime, gracias por estas bellas narraciones que nos llevan a unos cuantos años atrás, Uds. son geniales. Un abrazo, Keka.

Jaime Bórquez dijo...

Parentela querida, de verdad me emociona saber que este relato los puede haber tocado. Increible que hasta Claudita Boniche se siente tocada con este "relo", aunque no haya conocido a nuestro amado abuelito David. Quienes pudimos compartir con él su llegada a la casa en Ruiz Tagle, su típico silbido que ya don Yope ha descrito incluso musicalmente, con corcheas y semifusas, el ademán de dejar el sombrero colgado en el paraguero, o esas tardes de brisca con el tio Manuel Don Pedrito y algun otro amigo, siente aun esa "saudade", como dicen los brasileros sobre sentimientos de nostalgia que no necesariamente son dolorosos, amargos o tristes. Este blog sirve para eso tambien, recordar con cariño aquellas personas que marcaron nuestra alma con toques blancos y elevados. Don David Acuña Valenzuela vive en mi corazón, por siempre.