Soy re malo para recordar fechas y los números no van mucho conmigo. Pero esto que voy a contar sucedió algún tiempo antes de que el abuelito David nos dejara. Me vino a la memoria durante un chateo con don Topa, haciendo recuerdos de nuestro querido abuelo y las historias de El Nacional. Tanto don Topa como yo pasamos tiempos en ese negocio que tenia don David con los tíos Sergio y Jorge. Éramos los “gomas”, una especie de júnior para todo servicio, desde ir al banco a lavar loza, desde pinche de cocina a vendedores, de verdad hacíamos de todo. En este bazar se vendía y compraba prácticamente de todo, desde agujas para victrolas (sí, de esas de dar cuerda, que tocaban discos de 78 rpm…) hasta mantas de castilla, sombreros, ternos, violines, maquinas de coser, lanzaderas, guitarras, relojes, bandoneones, lapiceras y quien sabe cuantas cosas más..
Un día alguien vino a ofrecerle justamente una lapicera Parker al abuelo. Debe haber estado a buen precio, ya que acabó comprándola. No pasó mucho tiempo de esa compra cuando aparecieron los “tiras” en el negocio, diciendo que esa lapicera era robada, por lo tanto el abuelo seria acusado de receptador. Esto hizo que don David, que era extremadamente temeroso de la ley, quedase en estado de shock total.
El abuelito comenzó a transmitir en todas las bandas, decía que se lo llevarían preso y cada vez que alguien golpeaba la puerta o a veces sin razón alguna, decía "me vienen a buscar, me van a llevar preso"... Para mí era un tormento verlo así, que en mi mentalidad de cabro chico solo atinaba a decirle "no abuelito, no le va a pasar nada"… Otra cosa que recordé ahora nítidamente es verlo en el living paseándose de un lado a otro, en un moto-continuo, balbuceando algo sobre de prisión, cárcel, tribunales y cosas por el estilo. A esa altura el abuelo ya no estaba más viviendo la realidad, uno le podía decir cualquier cosa, llamarlo a comer o pedirle el sombrero, él no estaba ni allí, literalmente.
Una mañana temprano el abuelito me despertó, se sentó al borde de mi cama, en la pieza que compartíamos con el Peyo, al lado del baño, y me dijo: Jaimito, yo me voy a ir, así que quería darle este reloj de regalo. Recuerdo que le dije, inocentemente, pa donde se va a ir abuelito, yo voy con usted... Ahí me agarró el brazo, se sacó el reloj de su pulso y me puso un Technos plateado, con pulsera de esas que se estiran, en mi muñeca. Le dije, no, abuelito, es suyo, y recuerdo que él me dijo algo así como, allá no lo voy a poder usar... Pienso que seguía con ese asunto de ser preso, no creo que haya estado pensando en la muerte.No se cuantos días pasaron, uno, dos, cinco. Uno de esos días el tío Sergio comenzó a repetir la frasecita de que "alguien le robó el reloj a mi padre"...
Yo le habia contado de esto a mi viejo y a mi mamy, que ya estaban bien asustados con el comportamiento del abuelito. Ahí recuerdo que el tío Sergio, que ya me había visto con el reloj del abuelito, comenzó a presionar a mi viejo con que yo debería devolver el reloj. A todo esto quiero dejar bien claro que don David ya no estaba muy firme en sus cinco sentidos y que, reloj más reloj menos, no seria esa la diferencia entre estar mejor o peor de su salud mental. El tío Sergio se puso pesado con el asunto, tanto así que un día mi viejo no aguantó más el verso repetido y le paró los carros. Le dijo con voz fuerte y golpeada : " don David le regaló el reloj al niño. Si quieres que él te devuelva el bendito reloj no hay problema alguno, ,así que vamos a parar con este asunto al tiro". Mi viejo tenia harta paciencia, se comía el buey por horas, pero cuando se le paraba la pluma, habia que salir corriendo…. Recuerdo la cara de don Sergio blanca como papel, los ojos bien abiertos y sin atinar una respuesta. Dígase de pasadita que mi viejo nunca “fumó” mucho al tío Sergio...
Recuerdo claro como el agua, que esa noche mi viejo vino a mi pieza. Se sentó en una silla, puso los codos en las rodillas y las manos sujetaban su cara, en la cual sus ojos idos mostraban una pena inmensa. Comenzó a mover las piernas y yo pensé que él estaba temblando y a punto de explotar. No aguanté y me puse a llorar. Le dije "papito, no se ponga asi, no quiero verlo con pena "... Ahi él percibió que yo estaba con los nervios pa las calendas con toda esa tremenda historia y me tranquilizó haciéndome cariño. Le dije que le entregara al tiro el reloj a don Gioser, que para mi era un regalo del abuelito pero como estaba medio trastornado seguramente no era para regalármelo.
La cuestión es que le pasé el reloj a mi padre y no se si fue en ese día o en otro, mi viejo le entregó el reloj al tío Sergio, sin antes decirle unas cuantas verdades. El tío sintió que venia un tsunami de proporciones continentales, le cayó la ficha de que se le había pasado la mano en sus comentarios sobre la novela del reloj y yo, asi que le dijo a mi padre: "cabrito ( asi se trataban...) no, no, no, déjalo con Jaimito no mah"....
Y ese reloj me acompañó por gran parte de mi juventud, incluso viajó conmigo por el mundo. Lo tuve hasta inicio de los 90, cuando teníamos la operadora de turismo Access, en un pasaje de la calle San Antonio con Huérfanos. El Technos tenia dos novedades tecnológicas de esos viejos tiempos, se daba cuerda solo y su eje volante estaba montado en una pieza llamada Incablock, patentada por la marca Technos. Ese sistema impedía que el eje volante se quebrase o parase de funcionar por golpes o caídas del reloj. Recordemos que antes los relojes tenían cuerda, manecillas, engranajes mil, diminutos rubíes en su interior, no eran todos a prueba de agua ni mucho menos usaban pilas o eran multi-funcionales, como hoy, que tienen barómetro, brújula, termómetro, altimetro y otras gracias…
Una tarde de domingo, cuando los rayos amarillentos del sol entraban tangencialmente por la ventana del departamento que tenia en Montecarmelo, después de tomar una ducha, me lo fui a poner y se me resbaló de las manos mojadas. Paró de funcionar. El viejo y fiel Technos automatico con Incablock había parado sus funciones vitales….
Lo mandé a arreglar al relojero del pasaje que estaba nuestra oficina. Por el uso, estaba muy frágil el eje volante y el Incablock no aguantó el pencazo, eso me dijo mi viejo, que entendía del asunto.
El tipo de la relojería no me daba buenas noticias: No he encontrado la pieza, me decía cada vez que pasaba a preguntar por mi joyita sentimental. Un día, nada bello en mi recuerdo, la relojería amaneció cerrada y sin nada ni nadie adentro. Nunca más supe del “rélo”, ni nunca más vi luces del relojero.
Una pena haberlo perdido ya que ese Technos fue por muchos años el recuerdo vivo, pulsante, exacto y certero del amor que siempre tuve por el abuelito David.