lunes, 29 de septiembre de 2008
viernes, 19 de septiembre de 2008
Brindis por Carmen Gloria
Brindo con cariño por mi hermanita Carmen Gloria
Dicen que aumenta años en septiembre diecinueve
y aunque se haga la lesa y ya sepamos la historia
damos gracias al pulento por tenerla el descueve
Dicen que aumenta años en septiembre diecinueve
y aunque se haga la lesa y ya sepamos la historia
damos gracias al pulento por tenerla el descueve
Brindis por don Mejai
Brindo por mi primo don Jaime
también conocío como el Octópodo
cuando presto lanza sus seudópodos
y también cuando expulsa un aire,
lo realiza con sumo y gran donaire
que tiene por bien ganado su apodo
porque es imposible y de ningun modo
exista damisela alguna que lo desaire
también conocío como el Octópodo
cuando presto lanza sus seudópodos
y también cuando expulsa un aire,
lo realiza con sumo y gran donaire
que tiene por bien ganado su apodo
porque es imposible y de ningun modo
exista damisela alguna que lo desaire
Brindis
Brindo dijo el poroto
a una hermosa pantruca
para las viejas pitucas
yo soy comida de rotos,
y forman este alboroto
porque consideran feo
que les provoque deseos
que se les afloje el aire
como decía mi paire
¡tanta bulla por un peo!
a una hermosa pantruca
para las viejas pitucas
yo soy comida de rotos,
y forman este alboroto
porque consideran feo
que les provoque deseos
que se les afloje el aire
como decía mi paire
¡tanta bulla por un peo!
Pruebas al canto
QUIEN DIJO QUE SOLO ABRAZO MUJERES??????
El mayor bateriasta de todos los tiempos. Admirable este cabro...hay que abrazarlo!
Abrazar a mi Don Rorro es uno de los placeres que me ha dado la vida, asi como abrazar a mi Polita preciosa.
Estos son mis grandes amigos, Heitor y Silvia Reali. Vivimos abrazados!
EL OCTOPODO
Siempre fui de sentir a las personas. Sentir por toque, por abrazos, por piel. No se si es costumbre heredada. No recuerdo a mi familia ser de mucho abrazo, de mucho toque, de gustar de estar agarrado a ese ser humano que nos gusta, que nos cautiva, que nos completa en el gesto de emanar cariño. En el gesto del amor puro, traspasando calor humano. Se que eran de cariño y amor profundo, por parientes, por amigos, por seres humanos que, de alguna manera, participasen del lado buena de sus vidas. Y a veces hasta del malo, sin saber, claro. Pero, repito, nunca vi que fueran de mucho toque, ni de abrazo, salvo en el año nuevo….
Echando memoria atrás, y permitiendo cualquier error que la traicionera mente me haga caer, pienso que esta manía, tara, desequilibrio, locura, delicioso momento o como se quiera llamar, la adquirí en Buenos Aires, o la aumenté o asumí, a partir de mis vivencias con amigos porteños. Mi jefe Roberto Martins, más conocido por Mito, en el primer y único trabajo que tuve durante todo el tiempo que viví en la capital rioplatense era, y es, porque cada vez que voy a Baires lo visito ( y estuvo en Chile a invitación mía y de Claudio Ember, vecino de la Villa Frei y con el cual viajé y viví en Buenos Aires) un abrazador por excelencia. Con el tiempo descubrí que porteños en general son de toque, de abrazo, de besarse entre amigos, sean mujeres u hombres, y yo adquirí también esa cariñosa forma de saludo.
Creo que nosotros, chilenos, tenemos cierto rechazo a esas efusivas formas de cariño, por miedos, traumas o por simple idiosincrasia. Cosa de bobos, debo decir, ya que no hay hijo, hermano, primo o pariente que no recuerde ese abrazo fraterno, cariñoso y efusivo que algún día nos dio más de algún ser querido. Vivo en Brasil hace 32 años y aquí el abrazo, el toque, el beso, el cariño prolongado es parte de la vida diaria.
Pues bien, por todo lo anterior, confieso que soy “abrazador”. Y este viejo canalla de Don Topa, me puso el apodo de Don Octópodo, don Pulpo, Octupus Jaime. Siempre andaba abrazando, él no se incluye claro, pero también siempre fui de abrazarlo. Este viejo pinganilla cree que solo la Jessica, la Negra del Tomate ( Ana Maria Castro, de Música Libre de los años 70), la Mónica Rivano, la Paty Pino, la Marta Follert, la Sole, la Angelica, la Claudia, la Chany o la Minu eran mis victimas predilectas. Este viejo esta redondamente engañado!!! Y para muestra, algunos botones. Conocidos botones, para quienes ven las telenovelas brasileras. Y aviso, aquí no hay ni la mitad de los octopodos flagrados en años de trabajar con los famosos de Brasil… A mucha honra de octópodo, claro. Pero quien se lleva todos mis abrazos, eternamente, es mi Polita, la mujer que me aguanta, soporta y guarda mi corazón en la torre de su castillo. Y yo feliz que así sea.
Echando memoria atrás, y permitiendo cualquier error que la traicionera mente me haga caer, pienso que esta manía, tara, desequilibrio, locura, delicioso momento o como se quiera llamar, la adquirí en Buenos Aires, o la aumenté o asumí, a partir de mis vivencias con amigos porteños. Mi jefe Roberto Martins, más conocido por Mito, en el primer y único trabajo que tuve durante todo el tiempo que viví en la capital rioplatense era, y es, porque cada vez que voy a Baires lo visito ( y estuvo en Chile a invitación mía y de Claudio Ember, vecino de la Villa Frei y con el cual viajé y viví en Buenos Aires) un abrazador por excelencia. Con el tiempo descubrí que porteños en general son de toque, de abrazo, de besarse entre amigos, sean mujeres u hombres, y yo adquirí también esa cariñosa forma de saludo.
Creo que nosotros, chilenos, tenemos cierto rechazo a esas efusivas formas de cariño, por miedos, traumas o por simple idiosincrasia. Cosa de bobos, debo decir, ya que no hay hijo, hermano, primo o pariente que no recuerde ese abrazo fraterno, cariñoso y efusivo que algún día nos dio más de algún ser querido. Vivo en Brasil hace 32 años y aquí el abrazo, el toque, el beso, el cariño prolongado es parte de la vida diaria.
Pues bien, por todo lo anterior, confieso que soy “abrazador”. Y este viejo canalla de Don Topa, me puso el apodo de Don Octópodo, don Pulpo, Octupus Jaime. Siempre andaba abrazando, él no se incluye claro, pero también siempre fui de abrazarlo. Este viejo pinganilla cree que solo la Jessica, la Negra del Tomate ( Ana Maria Castro, de Música Libre de los años 70), la Mónica Rivano, la Paty Pino, la Marta Follert, la Sole, la Angelica, la Claudia, la Chany o la Minu eran mis victimas predilectas. Este viejo esta redondamente engañado!!! Y para muestra, algunos botones. Conocidos botones, para quienes ven las telenovelas brasileras. Y aviso, aquí no hay ni la mitad de los octopodos flagrados en años de trabajar con los famosos de Brasil… A mucha honra de octópodo, claro. Pero quien se lleva todos mis abrazos, eternamente, es mi Polita, la mujer que me aguanta, soporta y guarda mi corazón en la torre de su castillo. Y yo feliz que así sea.
jueves, 18 de septiembre de 2008
Feliz día de La Patria
Oda al Choripán
De madre chorizo,
de padre pan,
hijo mestizo
de nombre choripán.
La marraqueta abraza
a la longa chillaneja
bronceada a las brazas
con la guata contra la reja
Irresistible para el olfato
chúcaro para el aliento
ponga ojo con el gato
y ceja con el perro hambriento
Una cuchara de pebre
la línea de mayonesa
pone al seco alegre
de los pies a la cabeza
Lo esperan con largo diente
todos parecen jotes
al ritmo del son crujiente
hasta chuparse los bigotes
A la hora del balance
de nada vale que te mientas
aunque saltes aunque dances
calorías son quinientas
lunes, 8 de septiembre de 2008
La atardecida para los mopris
La atardecida
Letra: Manuel J. Castilla
Música: Eduardo Falú
mi SI7 mi
Que lejana que estás otra vez
SI7 mi
oh! tu voz donde está.
la mi
En el sueño de los días
DO SI7
pienso a veces que vas a volver,
la mi
ando diciendo tu nombre
DO SI7 mi
me duele la pena del atardecer.
El camino me vuelve a llevar
ay! la flor del amor.
Ardida sobre mi pecho
te recuerda como una canción,
te llora sobre los ojos
la tarde que nace de tu corazón.
re MI7 la
Ay! arroyo que sabes hablar
RE7 SOL
palomita que al aire te vas
MI7 la mi
cuentale, nada más
DO FA#7 SI7
que dolido la vuelvo a llamar
la mi
quiero cantar en la noche
DO SI7 mi
la zamba que un día tendrás que llorar.
Solitario te vuelvo a pensar
pura luz de jazmín.
Cuando viene la nostalgia
suelta el cielo tu sombra otoñal
solamente por amarte
a veces andando me da por cantar.
Yo sé triste que siempre te vas
ay! dolor de esperar.
Pena del enamorado
que solita me vuelve a crecer
en mi boca tu recuerdo
de tanto cantarlo se me vuelve miel.
Ay! arroyo que sabes hablar...
lunes, 1 de septiembre de 2008
De un guitarreo a Voces de América
Hago un gran salto en la cronología de mis cuentos y me traslado a Parral en 1967. Llegué ahí como profesor de Educación Musical del Liceo de Hombres n°1 (que en realidad era mixto) . El rector era don Federico Heisse (no recuerdo la ortografía de su apellido y lo escribo más o menos como se pronuncia) , quien me acogió amablemente siendo su trato siempre muy cordial conmigo.
Actualmente el Liceo lleva su nombre y debo decir que se merece ampliamente el homenaje
Pronto me vi obligado a demostrar mis aptitudes delante de alumnos, colegas y apoderados; así se supo en toda la comunidad que yo guitarreaba y cantaba, sobretodo en estilo folclórico. Como consecuencia de ello apareció un día un tipo medio gordito con cara de buena gente, presentándose como aficionado a la música y amante del folclor, especialmente argentino, era César Salazar. Después de charlar un rato me propuso que nos encontráramos con otros amigos para cantar y tocar guitarra.
En esa guitarreada nos juntamos varios entusiastas, pero uno solo se mostró interesado en repetir la experiencia, con la intención de formar un conjunto. Fue Erick Segura, un colega de Educación Básica que tenía horas de música en el Liceo.
Según el "Negro" Salazar faltaba uno para formar un "verdadero" conjunto, si no éramos cuatro no estábamos a la altura de los grupos a la moda: Los Cuatro Cuartos, Las Cuatro Brujas, Los Cuatro Huasos y otros que no se llamaban "Cuatro" pero que eran igualmente cuatro: Los de Las Condes, Los Huasos Quincheros, etc. En el fondo, él soñaba con algo parecido a Los Chalchaleros o Los Fronterizos. Entonces me atreví a proponer a uno de mis alumnos de 5° de humanidades, medio difícil de carácter pero bastante hábil con la guitarra; así se integró Hugo Torres, quien "cayó parado" entre nosotros y fue un integrante tan eficiente, responsable e indispensable como cada uno de nosotros.
La primera canción que practicamos fue El Letrado, de Quelentaro.
En poquito tiempo me di cuenta de que los dos mejores guitarristas eran el "Negro" y Hugo, así que me encargué del bombo y más tarde de la kena, mientras el "chico" Segura quedó de vocalista, presentador y percusionista de accesorios. La dirección del conjunto, como "de cajón", recayó en mí por ser el que más había estudiado música, con conocimientos en armonía clásica.
Luego buscamos un nombre para el conjunto. No recuerdo cómo llegamos a Voces de América, pero no fue muy larga la búsqueda, tampoco fue muy original, porque ya había otros grupos que se llamaban "Voces" de alguna parte o de alguna cosa.
Encontrar el uniforme tampoco fue muy largo, porque como no teníamos mucho poder adquisitivo (dos profesores, un inspector y un estudiante) , nos conseguimos cuatro ponchos del mismo color café más o menos iguales de forma y listo; ése fue nuestro primer "look". Con esa pinta nos presentamos en un acto cultural del Liceo y a la gente le quedó gustando. A partir de ese momento fuimos aumentando el repertorio y para no repetirnos ni copiar a otros, me puse a componer canciones al mismo tiempo que escribía los arreglos a cuatro voces. Nuestro prestigio se extendió a las provincias cercanas y llegó hasta Santiago.
Pero antes de presentarnos en la Capital estuvimos varias veces en Chillán, Linares, Talca y otras localidades de la región, siempre con bastante éxito. Con ello fue surgiendo en torno nuestro un círculo de "hinchas" y admiradores, lo que nos provocó un ritmo de vida y actividades difíciles de sostener, porque además de practicar y presentarnos debíamos trabajar o estudiar y ocuparnos de nuestras familias. Al mismo tiempo se forjó entre nosotros una sincera amistad.
Para rematarla, se formó un círculo de amigos incondicionales del conjunto que les gustaba organizar fiestocas y comilonas pantagruélicas, las que se hicieron famosas. Nuestros fans las llamaban "Los Viernes Gigantes", porque se realizaban ese día después de la última jornada de clases de la semana, Don Francisco estaba de moda y el Negro era bueno pa' la talla como el Mandolino. Estos encuentros se hacían en el Economato del liceo, o sea en la sala de Economía Doméstica, cuando aquella materia formaba parte aún del programa educativo.
Disponíamos de una gran sala donde había una inmensa cocina a gas, útiles de cocina, platos, servicios y hasta delantales. Las reuniones se hacían con el permiso de la dirección, que las señalaba como encuentros culturales. Ahí ensayábamos, planificábamos y tandeábamos de lo lindo, al mismo tiempo que el Negro Salazar preparaba unos cocimientos de muerte, acompañados de unos botellones de mostos locales de excelente calidad. La comida y el trago eran el aporte de nuestros seguidores, que más de una vez tuvimos que ayudar a bajar las escaleras del liceo para evitar accidentes por causa etílica. Nosotros consumíamos mucho menos porque es difícil cantar y tocar instrumentos con la boca llena y el vaso en la mano. Así que permanecíamos sobrios a pesar de lo cercana que se encontraba la tentación. Solo al final del ensayo nos pegábamos unos toques saboreando los platos preparados por nuestro primer guitarrista y primera voz. Sinceramente puedo decir que la gozamos como chanchos en el barro, pero nunca se curó ninguno de nosotros, porque en el fondo nos esforzábamos por hacer un trabajo serio.
La voz del Negro merece párrafo aparte, con un registro que me permitía hacer verdaderas acrobacias en mis arreglos. Que esta nota está muy alta... no importa, el Negro se la puede de sobra. Y en la guitarra para qué decir, los punteos le salían como jugando al trompo, pero no se chingaba nunca. "¿A ver, Negro, podis hacer esta pirueta con los graves?...Tilín, talán, tan-tán; ahí está. ¿Y podís cantar este La agudo?...Re, mi, fa, sol, LAAAAAAAA; ni un problema". Los otros eran bastante buenos también, de modo que con ese material humano y musical yo podía darme el lujo de arreglos poco accesibles para otros grupos y "hacerle la collera" a los mejores.
Así comenzó Voces de América, el mejor grupo musical que he tenido. Posteriormente traté en varias ocasiones de formar nuevos grupos pero me ha sido imposible encontrar tan buenos músicos y amigos como ellos.
Me queda bla-blá para otro, u otros artículos, ojalá que les guste esta historia. Entonces sigo otro día, con el permiso de ustedes.
Pronto me vi obligado a demostrar mis aptitudes delante de alumnos, colegas y apoderados; así se supo en toda la comunidad que yo guitarreaba y cantaba, sobretodo en estilo folclórico. Como consecuencia de ello apareció un día un tipo medio gordito con cara de buena gente, presentándose como aficionado a la música y amante del folclor, especialmente argentino, era César Salazar. Después de charlar un rato me propuso que nos encontráramos con otros amigos para cantar y tocar guitarra.
En esa guitarreada nos juntamos varios entusiastas, pero uno solo se mostró interesado en repetir la experiencia, con la intención de formar un conjunto. Fue Erick Segura, un colega de Educación Básica que tenía horas de música en el Liceo.
Según el "Negro" Salazar faltaba uno para formar un "verdadero" conjunto, si no éramos cuatro no estábamos a la altura de los grupos a la moda: Los Cuatro Cuartos, Las Cuatro Brujas, Los Cuatro Huasos y otros que no se llamaban "Cuatro" pero que eran igualmente cuatro: Los de Las Condes, Los Huasos Quincheros, etc. En el fondo, él soñaba con algo parecido a Los Chalchaleros o Los Fronterizos. Entonces me atreví a proponer a uno de mis alumnos de 5° de humanidades, medio difícil de carácter pero bastante hábil con la guitarra; así se integró Hugo Torres, quien "cayó parado" entre nosotros y fue un integrante tan eficiente, responsable e indispensable como cada uno de nosotros.
La primera canción que practicamos fue El Letrado, de Quelentaro.
En poquito tiempo me di cuenta de que los dos mejores guitarristas eran el "Negro" y Hugo, así que me encargué del bombo y más tarde de la kena, mientras el "chico" Segura quedó de vocalista, presentador y percusionista de accesorios. La dirección del conjunto, como "de cajón", recayó en mí por ser el que más había estudiado música, con conocimientos en armonía clásica.
Luego buscamos un nombre para el conjunto. No recuerdo cómo llegamos a Voces de América, pero no fue muy larga la búsqueda, tampoco fue muy original, porque ya había otros grupos que se llamaban "Voces" de alguna parte o de alguna cosa.
Encontrar el uniforme tampoco fue muy largo, porque como no teníamos mucho poder adquisitivo (dos profesores, un inspector y un estudiante) , nos conseguimos cuatro ponchos del mismo color café más o menos iguales de forma y listo; ése fue nuestro primer "look". Con esa pinta nos presentamos en un acto cultural del Liceo y a la gente le quedó gustando. A partir de ese momento fuimos aumentando el repertorio y para no repetirnos ni copiar a otros, me puse a componer canciones al mismo tiempo que escribía los arreglos a cuatro voces. Nuestro prestigio se extendió a las provincias cercanas y llegó hasta Santiago.
Pero antes de presentarnos en la Capital estuvimos varias veces en Chillán, Linares, Talca y otras localidades de la región, siempre con bastante éxito. Con ello fue surgiendo en torno nuestro un círculo de "hinchas" y admiradores, lo que nos provocó un ritmo de vida y actividades difíciles de sostener, porque además de practicar y presentarnos debíamos trabajar o estudiar y ocuparnos de nuestras familias. Al mismo tiempo se forjó entre nosotros una sincera amistad.
Para rematarla, se formó un círculo de amigos incondicionales del conjunto que les gustaba organizar fiestocas y comilonas pantagruélicas, las que se hicieron famosas. Nuestros fans las llamaban "Los Viernes Gigantes", porque se realizaban ese día después de la última jornada de clases de la semana, Don Francisco estaba de moda y el Negro era bueno pa' la talla como el Mandolino. Estos encuentros se hacían en el Economato del liceo, o sea en la sala de Economía Doméstica, cuando aquella materia formaba parte aún del programa educativo.
Disponíamos de una gran sala donde había una inmensa cocina a gas, útiles de cocina, platos, servicios y hasta delantales. Las reuniones se hacían con el permiso de la dirección, que las señalaba como encuentros culturales. Ahí ensayábamos, planificábamos y tandeábamos de lo lindo, al mismo tiempo que el Negro Salazar preparaba unos cocimientos de muerte, acompañados de unos botellones de mostos locales de excelente calidad. La comida y el trago eran el aporte de nuestros seguidores, que más de una vez tuvimos que ayudar a bajar las escaleras del liceo para evitar accidentes por causa etílica. Nosotros consumíamos mucho menos porque es difícil cantar y tocar instrumentos con la boca llena y el vaso en la mano. Así que permanecíamos sobrios a pesar de lo cercana que se encontraba la tentación. Solo al final del ensayo nos pegábamos unos toques saboreando los platos preparados por nuestro primer guitarrista y primera voz. Sinceramente puedo decir que la gozamos como chanchos en el barro, pero nunca se curó ninguno de nosotros, porque en el fondo nos esforzábamos por hacer un trabajo serio.
La voz del Negro merece párrafo aparte, con un registro que me permitía hacer verdaderas acrobacias en mis arreglos. Que esta nota está muy alta... no importa, el Negro se la puede de sobra. Y en la guitarra para qué decir, los punteos le salían como jugando al trompo, pero no se chingaba nunca. "¿A ver, Negro, podis hacer esta pirueta con los graves?...Tilín, talán, tan-tán; ahí está. ¿Y podís cantar este La agudo?...Re, mi, fa, sol, LAAAAAAAA; ni un problema". Los otros eran bastante buenos también, de modo que con ese material humano y musical yo podía darme el lujo de arreglos poco accesibles para otros grupos y "hacerle la collera" a los mejores.
Así comenzó Voces de América, el mejor grupo musical que he tenido. Posteriormente traté en varias ocasiones de formar nuevos grupos pero me ha sido imposible encontrar tan buenos músicos y amigos como ellos.
Me queda bla-blá para otro, u otros artículos, ojalá que les guste esta historia. Entonces sigo otro día, con el permiso de ustedes.
Escrito por don Yope
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