Después de nuestras andanzas por Papudo, don Mejai tuvo que dejarme en manos de mi hermanita, quien me regaloneó en su casa compartiendo además con mi super cuñado, alias el Yoyo. Con él a veces nos volábamos en interesantes conversaciones ya sea de electrónica o de otros temas de cultura general. Su casa se convirtió como de costumbre, en mi cuartel general y hasta allí me fue a buscar mi querida prima Keka para llevarme a su parcela de Casablanca.







Durante estos reencuentros en cualquier momento las conversaciones derivan naturalmente hacia recuerdos de algún ser querido que ya no se encuentra entre nosotros, pero generalmente son anécdotas que los hacen revivir con alegria en nuestras mentes; entonces el tío Mario, el Maro, el tío Jorge, la tía Fresia, Guillermo Olea, mi mamá Tita, mi papá don Pedro Segundo, el tío Sergio, el tío Chito… Y muchos parientes más se nos aparecen en los recuerdos con una sonrisa amable y bonachona animando hechos que nos marcaron en nuestra infancia o juventud. Seguramente que desde ahora estará presente de la misma manera en nuestros anécdotas la figura tan querida de mi padrino Jesús Mota, que como el tío Manuel siempre se acordaba de la historia del "niño flecha" cuando me veía y que ya conté en este blog hace bastante tiempo.
Otra visita que hice fue donde la Vivi donde compartimos con don Mauri (capo de los data, bites y todas esas cosas de la cybernética), quien me dio unas lecciones de informática y luego yo traté de ser elocuente en cuestiones de astronomía y fotos del Universo. Juro que no me tiré ningún carril, lo poco que sé traté de explicarlo simplemente y de lo que no sé confesé mi ignorancia. ¡Puchas el bablá interesante! Tengo que declarar públicamente que quedé impresionado con lo sesudo que puede ser mi sobrino Mauricio Olea Acuña. Si alguien necesita respuesta para un problema de computador comuníquese con él, seguro que le dará la respuesta adecuada. Mi primita Vivi me sirvió almuerzo rico pero livianito, a petición mía, que andaba aun con la ''guata'' medio delicada después de tantas atenciones culinarias recibidas. Desgraciadamente las fotos de esta etapa de mi viaje no las tengo, tal vez don Mauri pueda colaborarme con algunas.
Evidentemente que también estuve donde el mopri don Topa, que me ofreció unos traguitos y me regaló unas películas requete interesantes. En realidad quedé con gusto a poco por el escaso tiempo que tuvimos con Jorge para conversar más y hacer algunas actividades relacionadas con los temas que nos apasionan, sobre todo la historia de nuestra familia. Es materia pendiente para un viaje futuro que no debería tardar. Puedo haber omitido varias cosas en mi relato, por ejemplo de mi estadía en Vicuña visitando a mi muy querida suegra , a quien llamo ‘’la Mami’’, pero quiero que mi cuento esté pronto en el blog, porque considero que lo estoy debiendo desde hace mucho tiempo. Entonces quedo al cateo de los comentarios y los aportes de los lectores. Estas líneas no tienen otra pretención que agrandar y perpertuar el abrazo que quiero darles a todos y cada uno de mis queridos parientes y caros amigos que guardo en mis pensamientos.
Pedro Bórquez Acuña