Después de nuestras andanzas por Papudo, don Mejai tuvo que dejarme en manos de mi hermanita, quien me regaloneó en su casa compartiendo además con mi super cuñado, alias el Yoyo. Con él a veces nos volábamos en interesantes conversaciones ya sea de electrónica o de otros temas de cultura general. Su casa se convirtió como de costumbre, en mi cuartel general y hasta allí me fue a buscar mi querida prima Keka para llevarme a su parcela de Casablanca.
En Casablanca me tuvieron también de regalón por varios días ella y Alejandro, conjuntamente con mi queridísima tia Rochi, a quien fuimos a buscar especialmente a su departamento en Reñaca.
En la parcela simplemente me dejé querer y me dediqué a caminar por los huertos sacando fotos de almendros en flor y otras bellezas campestres. Luego entraba a la casa y casi siempre había algo rico para comer o beber.
Llegado el fin de semana Alejandro nos llevó a un restaurante en El Quisco, en la playa misma cerquita del mar. Primero nos deleitamos comiendo machas a la parmesana como entrada y enseguida tuvimos que elegir entre otros platos, pastel de jaiba o congrio a lo pobre. Alejandro y yo pedimos el congrio, pero entonces me porté mal, porque no pude comer tanto y tuve que dejar casi la mitad de esa tremenda porción. Deberían haberme castigado y dejado sin postre.
Después de las agradables y tranquilas vacaciones con estos primos y esta tía de clase excepcional, el tiempo empezó a hacerse cortísimo como para hacer otras visitas largas, pero igual pude disfrutar del encuentro y la compañía de otros primos también muy requete queridos... Los dejo adivinar... Evidentemente se trata de don Topa y doña Viviana (o simplemente la Vivi), y juntos nos las emplumamos a San Vicente de Tagua-Tagua para visitar a quienes hacía más de treinta años que no veía. Ahí nos estaban esperando doña Carmen Gloria (la Loly) y su marido : don Gerardo, siempre bueno para preparar asados y todos los acompañamientos de rigor, hasta con chicha nos recibió.
Ahí volví a sentir el calor humano que produce el cariño recíproco. Después de tantos años nos encontrabamos al fin juntos en la mesa la Loly, la Vivi, don Topa, Gerardo y yo. Pero fue como si lo hubiésemos hecho regularmente; nos contamos nuestras vidas, nos reímos, echamos tallas y quedamos comprometidos para juntarnos nuevamente, porque estimo que los momentos compartidos así valen oro y hay que repetirlos. Luego la Loly nos sacó a pasear por los alrededores para hacerme conocer algo de su ciudad. Lindo lugar es San Vicente, con sabor a tradiciones y buen vivir.
Don Topa se volvió a Santiago esa noche, preocupado por la salud de su hijo David Elías que se estaba recuperando de un accidente deportivo bastante serio. Viviana y yo nos quedamos hasta el otro día apreciando el cariño de la hermana mayor de los Acuña Castillo.
Durante estos reencuentros en cualquier momento las conversaciones derivan naturalmente hacia recuerdos de algún ser querido que ya no se encuentra entre nosotros, pero generalmente son anécdotas que los hacen revivir con alegria en nuestras mentes; entonces el tío Mario, el Maro, el tío Jorge, la tía Fresia, Guillermo Olea, mi mamá Tita, mi papá don Pedro Segundo, el tío Sergio, el tío Chito… Y muchos parientes más se nos aparecen en los recuerdos con una sonrisa amable y bonachona animando hechos que nos marcaron en nuestra infancia o juventud. Seguramente que desde ahora estará presente de la misma manera en nuestros anécdotas la figura tan querida de mi padrino Jesús Mota, que como el tío Manuel siempre se acordaba de la historia del "niño flecha" cuando me veía y que ya conté en este blog hace bastante tiempo.
Otra visita que hice fue donde la Vivi donde compartimos con don Mauri (capo de los data, bites y todas esas cosas de la cybernética), quien me dio unas lecciones de informática y luego yo traté de ser elocuente en cuestiones de astronomía y fotos del Universo. Juro que no me tiré ningún carril, lo poco que sé traté de explicarlo simplemente y de lo que no sé confesé mi ignorancia. ¡Puchas el bablá interesante! Tengo que declarar públicamente que quedé impresionado con lo sesudo que puede ser mi sobrino Mauricio Olea Acuña. Si alguien necesita respuesta para un problema de computador comuníquese con él, seguro que le dará la respuesta adecuada. Mi primita Vivi me sirvió almuerzo rico pero livianito, a petición mía, que andaba aun con la ''guata'' medio delicada después de tantas atenciones culinarias recibidas. Desgraciadamente las fotos de esta etapa de mi viaje no las tengo, tal vez don Mauri pueda colaborarme con algunas.
Evidentemente que también estuve donde el mopri don Topa, que me ofreció unos traguitos y me regaló unas películas requete interesantes. En realidad quedé con gusto a poco por el escaso tiempo que tuvimos con Jorge para conversar más y hacer algunas actividades relacionadas con los temas que nos apasionan, sobre todo la historia de nuestra familia. Es materia pendiente para un viaje futuro que no debería tardar. Puedo haber omitido varias cosas en mi relato, por ejemplo de mi estadía en Vicuña visitando a mi muy querida suegra , a quien llamo ‘’la Mami’’, pero quiero que mi cuento esté pronto en el blog, porque considero que lo estoy debiendo desde hace mucho tiempo. Entonces quedo al cateo de los comentarios y los aportes de los lectores. Estas líneas no tienen otra pretención que agrandar y perpertuar el abrazo que quiero darles a todos y cada uno de mis queridos parientes y caros amigos que guardo en mis pensamientos.
Pedro Bórquez Acuña