Como a don Mejai no ha publicado lo de su galardón, talvez por modestia, me tomo la libertad de mostrarles a toda nuestra comunidad una pequeña muestra de los logros que merecidamente ha conseguido nuestro querido vejete. Aquí lo vemos, muy ufano, sacando pecho con su premio en la mano. Felicitaciones don Mejai !!!
lunes, 15 de junio de 2009
sábado, 13 de junio de 2009
Otras de la tía Chicuca
Encontré estas fotografías para homenajear aún más a la tía Julia que merece nuestro respeto y cariño.
La tía Julia, don Jotita (el regalón según cuentan) y la Teresita, tan linda y graciosa ella. Esta foto data de 1938 y está tomada en la playa Las Salinas según la información que aparece atrás de esa imagen.
Esta foto parece tomada en Sicilia, atrás aparece "el Padrino" don David Acuña Valenzuela. Sentadas en la pisadera aparecen la tía Julia y la Juanita Borgetti ( ya era parte de la familia) . En el interior del auto alcanzo a distinguir asomado por la ventanilla al "Benjamín" de los Acuña Caro... al propio Sergito Acuña !!!
jueves, 4 de junio de 2009
La tía Chicuca
La tía Julia era hermana del abuelo David, del tío Lino, del tío Enrique y no recuerdo se había otros tíos-abuelos en esa rama del árbol genealógico de los Acuña Valenzuela. Seguro que sí, pero no los tengo en el disco duro. Mi mamy Tita me contaba que ella había sido casada con un señor que era chofer de una familia pudiente, y por la foto que tengo en alguna parte del baúl es prueba de que es verdad. Quedó viuda joven, parece, lamentablemente no recuerdo si mi mamy Tita me contó de qué falleció su marido. Ahí se fue a vivir con su hermano David, no sé si ya en la casa de San Pablo o después, en la de Ruiz Tagle. Yo solo tengo recuerdos de esta última.
Me suena curioso este término “pudiente”, sin similar en el idioma portugués con el cual convivo día a día tanto en lo profesional como en mi vida de inmigrante en este país. Creo que no tiene que ver con el ejercicio del poder, ya que en ese caso seria familia poderosa… Debe ser, claro, por algo netamente económico. En fin, elucubraciones que nacen de este recuerdo de mi tia Chicuca. No se quien le puso ese apodo, se me imagina que el tío Sergio, aunque puedo haber sido yo mismo. Siempre fue chiquitita, aunque yo fuese un cabro de pantalones cortos la veía chicuca…
Me tenia un cariño inmenso, que fue reciproco hasta su partida. Imposible olvidar los “cariñitos”que mi tía Chicuca le hacía a mi guatita. Llegó Jaimito del colegio al medio dia? Ahí me esperaba un huevito a la ostra o un bistequito alemán ( no le llamaba crudo…) escondido en el mueble de la cocina. Y partía yo con el platito a su pieza, me instalaba en el velador y escuchábamos juntos Lo que cuenta el viento, en la radio Del Pacífico. Cuando llegaba del colegio en la tarde, me esperaba con una oncecita, pan tostado con mantequilla, o un huevo revuelto, o un pedacito de brazo de reina, mi dulce preferido!
Aaahhh, y pobre del que amenazara con pegarle a Jaimito, o hacerlo rabiar! Salía la tía Chicuca, redondita, bajita y de pasos lentos, de su pieza, al lado del subterráneo y frente a la terraza y decía su frase inolvidable: No les da vergüenza a los grandotes hacerle eso al niño, ah??? A veces empuñando una escoba!!! Esa era mi tía Chicuca, mi Mujer Maravilla, mi protectora, la que me mal criaba y me rebalsaba de cariños.
Su pieza olía a yerbas medicinales y siempre tenia un tilito preparado. Tenía también, siempre en el primer cajón de su cómoda, un paquetito de dulces que se llamaban “besitos”, para Jaimito, claro. Se quejaba del “reuma” y de otros males, pero ahora sé que tenía una salud de fierro. En los fríos y lluviosos inviernos que había en el Santiago de los años 60, la tía Chicuca calentaba la pieza con un brasero, donde no faltaban las cáscaras de naranja o el tarrito con agua y hojas de eucalipto.
Despues de la muerte del abuelo David y la venta de la casa de Ruiz Tagle, la tia Chicuca se fue a vivir a otro lado. Yo recuerdo el tiempo en que vivió con la familia de Blanquita y José Garrido Navero ( si no estoy errado de sus apellidos…) al que don Jorge Arluciaga Maturana y mis tíos Jorge y Sergio llamaban cariñosamente de "Pepe el Bala", vaya a saber por qué… La casa estaba por ahí por la calle Victoria, al sur de Av. Matta. La visitaba siempre que podía y continuaba teniendo “besitos”en la cómoda, así como otros cariñitos pal Jaimito.
Pasó el tiempo y la tia Chicuca decidió irse a un hogar de ancianos, por allá por Recoleta o Independencia (siempre confundo esas calles). Cada vez que viajaba a Chile trataba de visitarla. En ese hogar, en su piececita siempre ordenada y limpia, nuevamente sentí ese olor a yerbas medicinales y a braserito. Un día la tía Chicuca decidió partir y dejarme sin “besitos”, huevo a la ostra, bistequito alemán y brazo de reina. Yo ya estaba grandecito y posiblemente percibió que podía defenderme solo. Fue entonces que dejó su escoba atrás de la puerta y partió, viejita, redondita con sus pasos lentos a descansar de su “reuma” y de sus trajines.
Escrito por don Mejai
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