Era el mes de septiembre de 1969 y ya se sentían en el ambiente los aires dieciocheros. En el barrio Estación Central el tráfago era un incesante ir y venir de gente apurando las compras para las fiestas patrias.
En Salvador Sanfuentes 2965 esquina Garland, la tienda El Nacional, que había instalado con mucho esfuerzo nuestro abuelo David Acuña Valenzuela, la actividad diaria seguía su curso acostumbrado.
Los personajes del barrio como "el Monito", "el Paita" , "el Hasta atrás", "el pelao Serrano" y tantos otros que circulaban habitualmente por la tienda ya se habían dado su vuelta camino donde doña Blanca Hevia, el bar que proveía de las cañitas de tintolio a los habitués del barrio. Don Gioser, don Jota y el recordado Lord, don Jorge Arluciaga, se encargaban por esos días de atender la clientela sin dejar durante la jornada de hacerle varias visitas a doña Blanquita. ( Sociati... le dejé pagá una...)
En la afamada tienda El Nacional trabajaba por esos días nuestro primo Jaime Bórquez, conocido en el ambiente como Django. Ocasionalmente yo también era "contratado" para apoyar en las tavens pero principalmente para limpiar con Brasso y pulir cientos de cubiertos de plaqué que correspondían al otro negocio ( hoy se llamaría emprendimiento ) de don Gioser y que consistía en arrendar todo tipo de elementos para banquetes y manifestaciones. La Casa de las Fiestas me cuentan que se llamaba.
Como les iba contando... por El Nacional circulaban muchos personajes y fieles clientes. Uno de ellos era el señor Cerda que cuando pasaba por la tienda se llevaba vestuario por docenas. Este señor tenía un campo en la localidad de Las Cabras y al parecer siempre estaba invitando a que lo visitaran...
Don Sergio, ¿ cuando va aceptar el convite ? habrá dicho por enésima vez... y esta vez don Gioser y amigos dijeron " ya, nos vemos pa'l dieciocho " y adivinen quienes fueron los "invitados de piedra", los primitos don Mejai y don Topa, los cuales premunidos de cámaras fotográficas, de una cogote 'e yegua y estómagos a prueba de todo tipo de condumios y bebestibles partieron felices en el Mercedes Benz de unos de los amigos de don Gioser rumbo a Las Cabras.
La recepción por parte del señor Cerda fue de primera y como buen anfitrión nos llevó conocer su campo y los corrales de los animales.
Aquí estamos en los corrales posando para dos fotógrafos, quien tomó esta imagen y don Mejai que podrán ver realizando una toma al costado izquierdo desde un ángulo especial, contrapicado que le dicen...
El señor que está al medio con un botellón en la mano es quien estaba encargado de asistir a los que sufrieren deshidratación por el camino. La verdad es que nos "corretiaban"duro y parejo para donde fuéramos con líquidos espirituosos.
Me pregunto, cuantos años habrá tenido el señor Cerda que no se despintaba de su sombrero, la bufanda y el infaltable pucho en la mano.
Me gusta esta foto en que voy tratando de sacarle sonidos a la guitarra y don Gioser sonriendo me acompaña con un brazo sobre mi hombro.
Don Gioser reposa relajadamente sobre el pasto.
Don Mejai inspirado nos interpreta un tema de su repertorio. Si se fijan atrás del clavijero de la guitarra se alcanza ver el botellón que nos persigue y a lo mejor alcanzan a ver " la cejilla " artesanal hecha con un clavo de 4".
Por la mañana los desayunos eran regados desde bien temprano con su buen tinto con harina tostada para la buena chupilca y acompañado por unas apetitosas sopaipillas. El almuerzo era contundente como se acostumbra en el campo y el vino siempre abundante. Si se fijan, en primer plano se alcanza ver una copa y la buena jarra de vidrio que no contiene precisamente jugo de sobre.
Por la tarde y como correspondía por las celebraciones dieciocheras nos fuimos a la medialuna de Las Cabras a presenciar un rodeo a la chilena.
Don Mejai de pie y cámara en mano observa atentamente los preparativos de una nueva collera.
Hasta aquí llega nuestro registro gráfico, el resto de lo que aconteció son fragmentos que rondan por la nebulosa de nuestra memoria.
Se dice que ese día por la noche, después haber tenido una jornada bien regada con los mostos de la zona, fuimos invitados a las fondas oficiales de Las Cabras y que los primitos en cuanto se bajaron del auto, dieron algunos pasos y cayeron redonditos al suelo. Apenas alcanzaron a divisar a lo lejos las luces de la fonda y muy pronto los sonidos de las cuecas se fueron lentamente apagando hasta que fuimos despertados por un corro de niños que nos observaban curiosos y por las voces de nuestros acompañantes que regresaban de la fonda. Allí dijeron aquella famosa frase para graficar nuestra situación... " estaban a cogote cruzao los cabros !!! ".
Se cuenta también que don Topa no habría aguantado tanto tragullo en su esmirriado organismo, era flaco por ese entonces, devolviendo parte de lo ingerido sobre el Mercedes Benz que nos transportaba. Había que haber visto el rostro descompuesto del dueño del vehículo al ver su chiche mancillado de esa manera !!!
Hay otra historia que se cuenta sobre este personaje. Se dice que la última noche antes de regresar y todavía con varios grados sobre su cuerpo salió al patio donde estaban amarrados los caballos y sin más se montó sobre uno, partió raudo y sin rumbo fijo sobre la cabalgadura hasta que transcurrido algunos minutos llegó galopando uno de los huasos a buscarlo y llevarlo de regreso a la casa del señor Cerda.
A la mañana siguiente ya empezaban los preparativos para el regreso a Santiago y por supuesto nuestro anfitrión cariñoso insistía en que nos quedásemos... don Sergio no se vayan !!! mire, mando al tiro a matar un animal !!! pero, ya era momento de volver y por otro lado debo reconocer que estábamos saturados de tantas atenciones culinarias. Personalmente creo que después de esto debo haber necesitado a lo menos una semana para reponerme después de tan pantagruélica e interminable fiesta dieciochera de comer y beber.
En todo caso fueron unas Fiestas Patrias inolvidables que a pesar del tiempo transcurrido seguimos recordando y que en esta oportunidad compartimos con ustedes.