Los pirigüines nadaban felices
El olor a pan calentito con mantequilla y al café con leche viajaban por el aire matutino y al circular por nuestras narices iban despertando alegremente nuestros cuerpos aletargados. ¡¡ Arriba los corazones !! que nos espera un nuevo día pleno de aventuras. En un santiamén estábamos en pié y después del rito de empaparse apenas los ojos para no sentarse a la mesa con lagañas nos apresurábamos en devorar nuestro frugal desayuno para luego salir a jugar
Carlitos Harnecker, era un conspicuo personaje que acostumbraba pasar algunas temporadas veraniegas en casa de los Encina. Nos asombraba por su forma de hablar y sus finos modales cuando compartía la mesa familiar. Regularmente estaba impecablemente vestido y perfumado, además que siempre estaba bien acompañado por algún amigo. Nos llamaba mucho la atención su forma de actuar pero a pesar de todo manteníamos una actitud respetuosa hacia él sin que por eso pudiésemos evitar intercambiar algunas miradas de complicidad.
Terminado el desayuno salíamos en tropel a jugar afuera y pronto estábamos afanados en conseguir los elementos para el plan del día. Haríamos arcos y flechas !!! la guerra ya estaba declarada !!! Luego de trabjar arduamente en confeccionar nuestras “armas” nos agarrábamos a flechazos tupido y parejo. Lo curioso es que a pesar de lo peligroso que puede ser un juego de este tipo, no recuerdo que alguien haya salido herido. Hoy las madres no dejarían jugar de esta forma a sus hijos ante el temor de desprendimientos de córneas, heridas infectadas, esguinces y desgarros. Parece que en esos años teníamos a nuestro lado unos ángeles de la guarda muy eficientes que nos cuidaban con esmero, ya que no habían escaners ni resonancias magnéticas y todos esos artilugios que han inventado actualmente para someternos.
Aburridos de jugar a los indios, por la tarde después de almuerzo armábamos una gran pichanga frente a la casa. Pronto aparecía una pelota y…
¡¡¡ Se comienzan a armar los equipos señores!!! .
La estrella por esos días era “La Garrincha” y todos la querían para que jugara por su lado. Era ni más ni menos mi hermanita Viviana que de tanto juntarse con los hombres había desarrollado una actitud y fortaleza notable. No se arrugaba ante nadie y metía la pata con fiereza, marcaba con vigor y se despachaba unos furibundos pelotazos que muchas veces se transformaban en goles. La algarabía era total y en medio de la polvareda que levantábamos, los gritos y el aliento de los espectadores… de pronto se escuchaba:
Hay que ir a buscar agua niños !!!
Último gol gana !!!
Sudorosos y cansados salíamos con la carretilla y las chuicas rumbo a la quebrada del francés en busca de agua y de nuevas aventuras. Por el camino íbamos ensayando la puntería con las hondas y perdiendo la últimas flechas que nos quedaban.
Los Boldos, Quillayes y Litres nos iban acompañando con su sombra y aromas mientras nos internábamos en busca del tranque para sacar el agua lo más limpia posible. En algunas ocasiones nos deteníamos en las pozas para observar los insectos que pululaban por allí como las Libélulas, que para nosotros eran verdaderos helicópteros y los Patinadores que se deplazaban veloces sobre la superficie del agua o simplemente para agarrar a peñascazos a los pirigüines.
Al final de la tarde, felices pero cansados, volvíamos a la casa con el agua que habíamos recolectado y al llegar la vaciábamos en unos tambores que estaban en un patio interior.
Allí mientras el agua caía a borbotones desde las chuicas observábamos asombrados como un sinfín de pirigüines nadaban felices en el fondo del tambor.
4 comentarios:
Que bueno acordarse de la actuacción futbolística de "Cerebro"(asi la llamo yo).Este verano tuve la oportunidad de escuchar las historias papudanas de la Vivi y me di cuenta que uds. los menores, lo pasaron chancho. Que extraño que en ese entonces uds eran menores y hoy somos todos iguales, je je.La prima grande
Güena prima, así que ahora somos todos iguales...Hum...
Nosotros "los chicos" vivimos a concho esa época y ustedes "los viejos" puro pensaban en pinchar, cacharpearse y pasearse por la terraza. El próximo capítulo y final se referirá a ese tema.
A su modo ustedes lo pasaron bien, pero las aventuras estuvieron por cuenta de los más chicos...
Al leer esas historias tan entrete de Uds. siento que me perdi muchas cosas por ser metida a grande y juntarme con las primas mayores que como dice la flaka ahora somos de la misma edad, si serán patúas.
Que lastima que mi hermanita Vivi alias Garrincha,Doña Memoraria,y ahora "Cerebro" como le puso la Any,no participe de este blog ya que seguro tiene muchas historias sabrosas que contar y más de algún secretito les sabrá o no?
Carlitos Harnecker buen recuerdo de ese personaje habitué de la casa de los Encina, como no recordarnos de él y sus modales tan finos y del ya famoso "Está quemadito Pedrito"refiriendose a Don Peyo já já já.
Puchas que está entrete este "blos" como dice Don Mejai
P
Que buenos recuerdos están saliendo en este blog! Habria que entusiasmar a alguno de los Encina, para que metiera la cuchara tambien, no les parece?
Por los relatos que han salido "a la luz pública", creo que Tamaly tiene razón, los menores lo pasamos recontra shansho...Aunque las historias de don Yope con los Encima mayores son bien parecidas a la de "los chicos".
Don Topa, ese párrafo dedicado a Carlitos Harnecker me hizo recordar un monologo del Coco Legrand, ese que, imitando voz de tia el Coco dice: "niñitos, no se rian del tio Luis,lo que pasa es que él es fino", a lo que el Coco remata "que fino que nada, el viejo era fleto!!!".
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