El ir en tren a Papudo era más que un viaje, era una verdadera iniciación. Peyo lo dice claro, salíamos temprano y llegábamos al paraíso cerca de las tres de la tarde, o me equivoco? Esa carretilla de madera, especial para cargar maletas!!! Se me habia olvidado, oiga! Y al salir de la estación pasabamos por una especie de cruz horizontal, dos palos cruzados como lo que en portugués se llama catraca, como esas que tiene el Metro, para que pasen de a uno los huevetas y no se achoclonen...
Pero el tiempo hizo que el viaje fuese en bus. Don Topa puede colaborar aquí con esas fotos de los buses Schausson, de Andes Mar Bus. Y también viajaba en Jedimar, que es la sigla de don Jesus Diez Martínez, el cual tuve placer de conocer en los años 80, cuando dí la Vuelta al Mundo, con Lan Chile. Hoy este caballero es dueño de Tur-Bus... puchas que le creció el pelo.
Me mandaban chico en bus a Papudo, llevaba siempre una caja de cartón con alimentos para la casa, tallarines, salsas, arroz, azucar, en fin, habia que ponerse, claro, aunque esa caja no era ni de lejos lo suficiente para el tiempo que pasaba en casa de los Encina. Recuerdo haber partido, innúmeras veces, al otro día del año nuevo y volver dos días antes de entrar a clases. Las patitas... Y hubo un tiempo que jodí la pita para que me dejaran en Papudo, quería incluso que me inscribieran en la escuela! Qué Santiago ni que ocho cuartos, que Liceo Ruiz Tagle ni que nada, Papudo era mi sueño interior, para ser feliz el año entero, protegido por los cerros y el mar, en compañia de mi yunta, el Pelao.
Pasaba el tiempo volando, del golf al almuerzo, de ahí al agua, de ahí a la playa, luego a tomar once, despues a jugar al alto, a la escondida, de ahí a comer, bajar a los juegos, la lotería, el taca taca, los patitos, pasear por la terraza y partir a acostarse, para repetir nuevamente todo al otro día, sin el menor problema.
Un día me avisaban, mañana tiene pasaje, Jaimito, se tiene que ir a Santiago. Ay que pena más grande !!! volver a la ciudad, no más cerros, no más hondazos, no más risas, o más historias de fantasmas, de almas penando, no más escuchar al Guatón tocando la armónica, no más salir con los viejos a cazar, don Lucho, don Miga, el tio Milo, mi viejo, don Emilio, don Floro Guerra (falleció en octubre pasado) y varios que se me olvidan. También recuerdo que participaban el Tito, el Miguel y el Guatón, tremendo grupo de gente! Era talla el día entero.
El Jedimar partía re temprano. Me despertaban y aún era de noche. El Guatón Manuel me iba a dejar. Cargaba mi maleta en su hombro y bajamos por el peladero que hoy es una calle llena de casas. Chao Jaimito, buen viaje, decia Manuel. El bus cruzaba la plaza, tomaba la carretera y yo miraba por la ventana trasera como me iba alejando de mi paraíso, de mi yunta el Pelao y de todos esos seres queridos, la Pelaíta, la Juani, la Judy, la Quena, el Negro, el Guatón, el Tito, el Miguel, la Teruca, la Palmira...
Cuando el Jedimar enfilaba y subía para el Agua Salada, desaparecía Papudo y, a partir de ese punto, lloraba en silencio hasta convencerme que, en el feriado más próximo, volvería a mi paraíso. Y asi fue siempre.
( continuará, claro!)
3 comentarios:
Puchas que le salió lindo, hermano. Me dejó arremangando los mocos, porque a pesar de nuestra diferencia de edad teníamos los mismos sentimientos: Al primer feriado largo cortábamos cualquier zoga o cadena que tratara de amarrarnos. Yo también quise quedarme todo el año en Papudo, ir a la escuela y echar raíces.
Le juro que ya estaba en Canadá y soñaba aun con la playa grande, Playilla y la Isla de los Lobos, de repente me despertaba llorando con todo el peso del destierro en mi pecho. Los colores de mis sueños eran como el Kodachrome, hasta escuchaba el mar, sentía el viento y percibía olores.
Mis primeros años ''prisionero'' en el resto del planeta fueron dolorosos, porque para mí Papudo y su geografía eran sinónimos de Libertad, esa libertad verdadera que se siente adentro, y ese adentro es vasto como el Universo.
Ya, y no sigo pa no ponerme más melancólico. Prefiero disfrutar compartiendo esos dulces recuerdos que siguen dándome felicidad.
Don yope, me emociona saber que estos sentimientos no tenian edad, ni parámetros de ningun tipo. Tampoco puedo ehcar el cuerpo fuera que, tambien en este destierro por opción que tuve, Brasil, siempre mi paraiso Papudano es quien da las cartas, es cosa de pensar en playa que, aunque me esté bañado en Ubatuba, es como estar haciendo el amor con una fulana y pensando en otra, oiga...me va a creer? Ahora, le digo una verdad? Mi sitio en Laguna tambien es eso. Porque talvez no tuve cuero para comprar en Papudo, o porque ya estaba asi, más civilizado, opté por la punta del cerro Lagunino...
Libertad, Papudo era eso, la libertad en tantos sentidos, aunque el viejo don Miga nos amarrase a lo terreno, con una sola mirada, y esos ojos nos hacian sentir una prision. Pero nos liberabamos facilmente, ir a la leña, al agua, andar haciendo "servicios"pa la casa, pero al mismo tiempo gozando esa libertad que corria más por dentro que por fuera.
Por eso, mi querido don yope, es que miesntras estemos vivos y podamos juntarnos, la pasada por Papudo será siempre obligatorisa, esa obligación deliciosa, como quien es convidado por la Marilyn a esconerse bajo sus sábanas... Y le digo más, me gustaria que un dia viniese de visita sin fecha de retorno, sin andar corriendo la liebre... Asi me daria el placer de arrendar una casita en Papudo, comprar vitualllas y hacer todos los paseos que están aun en planilla: Lilen, Pite, Piedra de la Meza, Monte Oscuro, El Tigre, Playiya, La Higuera, hasta arrendar un bote e ir, por fin, a mirar esa bendita Isla de los Lobos de cerca, iñor, hasta cuando solo mirarla de lejos!!!
Entonces, es cosa que, no más avise, con el viejo don topa nos organizamos y listo el pescao...
La vida es una sola, oiga, y nos queda poco hilo en el carrete. Hay que aprovecharlo!!!
Don Mejai, habrá que collerearle no más a don Peyo y ahora a usté también.
Me gustó mucho aquella parte en que usté relata cuando don Pedro le hacía creer que el tren se estaba devolviendo. Debe haber sido desesperante para aquel niño ansioso por llegar pronto a "su paraíso"
Leo en varias partes que te refieres con mucho cariño a tu yunta "El Pelao". Creo que debieras escribir algo especial sobre él y le ponemos una foto de las que tomamos el año pasado u otra que se le frunza...¿qué le parece? Ah! y después les avisamos a Papudo para que lean el blog y si quieren que participen haciendo comentarios.
Esa catraca a la cual usté alude se llama por aquí "molinete". Recuerdo que los buses en Brasil tienen o tenían ese artefacto cerca de la puerta trasera.
Ay! que terrible cuando se le acababa el verano y llegaba la hora fatal del regreso a la dura realidad de la capital...
Me gustó su plan de hacer todos los paseos que están aún en planilla: Lilén, Pite, Piedra de la Mesa, Monte Oscuro, El Tigre, Playilla, La Higuera y eso de arrendar un bote e ir a ver la Isla de los Lobos de cerca, me suenan a miles de aventuras y de lugares ignotos para mí, lugares que siempre he escuchado a través de sus historias.
Si apuraíto conozco Pite, Lilén y la quebrá...
Tiene razón don Mejai... nos queda poco hilo en el carrete y hay que hacer las cosas antes que nos llegue "el pedido"
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