Como ya saben, soy un loco de los astros, del espacio y todos los temas conexos. La ciencia me parece fascinante y observar el Universo tratando de comprenderlo me proporciona un enorme placer intelectual al mismo tiempo que me da una mejor idea de la dimensión y trascendencia de nuestra existencia como especie humana.
La observación del cielo puede inspirarnos variadas sensaciones, muchas de ellas profundamente agradables, como también vertiginosas, que a algunas personas conmueven o asustan porque nos enfrentan a lo desconocido e inconmensurable.
Recuerdo que en una ocasión estaba mostrando por mi telescopio la geografía lunar a un grupo de personas curiosas sin ninguna experiencia astronómica. Entre las personas que esperaban su turno había una dama que hablaba mucho y hasta se burlaba un poco de la curiosidad de los demás. Como el telescopio no tenía en ese momento el mecanismo de seguimiento motorizado, la Luna se desplazaba de manera evidente en el campo visual. Cuando la dama en cuestión puso el ojo en el ocular no tardó en observar el movimiento.
‘‘¡Se está moviendo!’’, exclamó. Cuando le expliqué que lo que había observado era el movimiento de nuestro planeta y que todos los astros del Universo estaban en constante movimiento murmuró aterrada : ‘‘¡O sea que nosotros nos estamos moviendo…!’’ …Y le agregué : ‘‘…En este momento estamos cabeza abajo con respecto al Sol, lo que quiere decir que en el espacio no existe ni arriba ni abajo…’’. Entonces se llevó la mano a la frente y se retiró del grupo, apoyándose en el hombro de cada persona que encontraba en su camino, completamente desorientada, tal vez con vértigo. Creo que debe haber entrado a su casa derechito a acostarse tratando de no pensar y acortar la noche .
Por mi parte, lo desconocido me atrae y lo incierto no me da pavor, sino que le da sabor a la vida. Por eso quiero compartir con ustedes algo de esta felicidad invitándolos a mirar el cielo estrellado pensando en que cada puntito luminoso es un astro semejante al Sol, frecuentemente de mayor y tal vez, de mucho mayor tamaño que él. Cada estrella que vemos nos presenta su luz como fue en el pasado, cada una en tiempos diferentes; la más cercana visible, muy brillante en el cielo de Chile : ‘‘Alfa Centauro’’, la vemos como era hace unos cuatro años, otras como eran hace cientos, o miles de años. O sea que nada de lo que estamos viendo es el presente, todo es el pasado y cada astro es un pasado diferente que vemos simultáneamente.
La observación del cielo puede inspirarnos variadas sensaciones, muchas de ellas profundamente agradables, como también vertiginosas, que a algunas personas conmueven o asustan porque nos enfrentan a lo desconocido e inconmensurable.
Recuerdo que en una ocasión estaba mostrando por mi telescopio la geografía lunar a un grupo de personas curiosas sin ninguna experiencia astronómica. Entre las personas que esperaban su turno había una dama que hablaba mucho y hasta se burlaba un poco de la curiosidad de los demás. Como el telescopio no tenía en ese momento el mecanismo de seguimiento motorizado, la Luna se desplazaba de manera evidente en el campo visual. Cuando la dama en cuestión puso el ojo en el ocular no tardó en observar el movimiento.
‘‘¡Se está moviendo!’’, exclamó. Cuando le expliqué que lo que había observado era el movimiento de nuestro planeta y que todos los astros del Universo estaban en constante movimiento murmuró aterrada : ‘‘¡O sea que nosotros nos estamos moviendo…!’’ …Y le agregué : ‘‘…En este momento estamos cabeza abajo con respecto al Sol, lo que quiere decir que en el espacio no existe ni arriba ni abajo…’’. Entonces se llevó la mano a la frente y se retiró del grupo, apoyándose en el hombro de cada persona que encontraba en su camino, completamente desorientada, tal vez con vértigo. Creo que debe haber entrado a su casa derechito a acostarse tratando de no pensar y acortar la noche .
Por mi parte, lo desconocido me atrae y lo incierto no me da pavor, sino que le da sabor a la vida. Por eso quiero compartir con ustedes algo de esta felicidad invitándolos a mirar el cielo estrellado pensando en que cada puntito luminoso es un astro semejante al Sol, frecuentemente de mayor y tal vez, de mucho mayor tamaño que él. Cada estrella que vemos nos presenta su luz como fue en el pasado, cada una en tiempos diferentes; la más cercana visible, muy brillante en el cielo de Chile : ‘‘Alfa Centauro’’, la vemos como era hace unos cuatro años, otras como eran hace cientos, o miles de años. O sea que nada de lo que estamos viendo es el presente, todo es el pasado y cada astro es un pasado diferente que vemos simultáneamente.
Orión, a simple vista en Chile
Durante el verano austral reinan en el firmamento ‘‘Las Tres Marías’’, acá las llaman ‘‘Los Reyes Magos’’. Son esas tres estrellas en línea recta, bastante brillantes, que constituyen el ‘‘Cinturón de Orión’’, enmarcado por otras cuatro estrellas brillantes que representan los muslos y los hombros de este personaje mitológico y que visto del hemisferio Sur, se encuentra con la cabeza hacia abajo. Del trío de estrellas cuelga hacia arriba la ‘‘espada de Orión’’ que se ve como una serie de tres estrellitas casi perpendiculares partiendo de la que en Chile se ve como la tercera a la derecha. En el medio de la ‘‘espada’’ se encuentra una bella nebulosa llamada M42 (nº42 del catálogo empezado por Charles Messier en el siglo XIX), también denominada ‘‘Gran Nebulosa de Orión’’ que se encuentra a 1500 Años-Luz de nosotros.
En esa nebulosa se están formando nuevos sistemas solares y se han detectado moléculas de química orgánica y hasta aminoácidos. Esta nebulosa se puede ver facilmente con unos prismáticos comunes y corrientes. En el campo, lejos de la contaminación lumínica es posible distinguirla al ojo desnudo. Para ilustrar este artículo van tres fotos, la primera : como se ve a simple vista, la segunda con prismáticos y la tercera con un buen telescopio de aficionado. En la realidad no se ve tan brillante y los colores son menos acentuados, pero la cámara fotográfica capta bien los colores y cualquiera camarita que permita una exposición de varios segundos con sensibilidad de al menos 200 ASA puede mostrar claramente la nebulosa, la cuestión es que el aparato no se mueva durante la exposición.
En el mundo de la astronomía, Chile tiene los mejores cielos del planeta, sin embargo, la opinión de algunos aficionados extranjeros es que sus habitantes no parecen apreciar el tesoro que tienen y los aficionados chilenos realmente serios son pocos en proporción a su población.
En la foto que les presento como la visión con prismáticos se puede apreciar en torno a la estrella de la derecha de las Tres Marías, llamada Alnitak, una nebulosa que no se puede ver sin filtros especiales, aun en un telescopio de gran diámetro (30 cm o más), se trata de la famosa ‘‘Cabeza de Caballo’’, sin embargo, con una buena técnica fotográfica y mucha paciencia se logra obtener una pequeña imagen. Uno de los desafíos que me he puesto para un futuro no lejano es de obtener una buena imagen con telescopio de este objeto celeste.
Este último tiempo he podido cumplir también un sueño acariciado desde mi infancia, tener un buen telescopio y un verdadero observatorio. Con el tiempo he ido aprendiendo muchas cosas y encontrando personas competentes, con quienes que he ido perfeccionando técnicas y conocimientos. Entre ellas se encuentran científicos de renombre que me han ofrecido su amistad y ayuda. Por ejemplo, la cúpula y los muros del observatorio que tengo me los vendió e instaló un meteorólogo de ‘‘Environment Canada’’, famoso también como astrónomo ‘‘aficionado’’, quien cuenta hasta con un asteroide que lleva su nombre : se llama Allan Rahill. Nos hicimos amigos hace años, en una de las tantas actividades de astronomía que se realizan en la provincia de Quebec.
Si veo en los comentarios que este tema interesa a los lectores de nuestro blog familiar, expondré otras experiencias e imágenes, entonces les contaré la historia de este soñador loco de los astros (yo) que se lo pasaba desde cabro chico combinando lentes para lograr acercar la Luna, el Sol y las estrellas en un afán de comprender el mundo que veían sus ojos. No es por egocentrismo, sino por el gusto de compartir con ustedes experiencias maravillosas que no siempre están al alcance de todos.
…O sea que debo terminar nuevamente con esa palabra que aparecía en las antiguas revistas como ‘‘El Peneca’’, ‘‘Okey’’ o las fotonovelas : ‘‘…Continuará…’’.
Texto de don Yope
En la foto que les presento como la visión con prismáticos se puede apreciar en torno a la estrella de la derecha de las Tres Marías, llamada Alnitak, una nebulosa que no se puede ver sin filtros especiales, aun en un telescopio de gran diámetro (30 cm o más), se trata de la famosa ‘‘Cabeza de Caballo’’, sin embargo, con una buena técnica fotográfica y mucha paciencia se logra obtener una pequeña imagen. Uno de los desafíos que me he puesto para un futuro no lejano es de obtener una buena imagen con telescopio de este objeto celeste.
Este último tiempo he podido cumplir también un sueño acariciado desde mi infancia, tener un buen telescopio y un verdadero observatorio. Con el tiempo he ido aprendiendo muchas cosas y encontrando personas competentes, con quienes que he ido perfeccionando técnicas y conocimientos. Entre ellas se encuentran científicos de renombre que me han ofrecido su amistad y ayuda. Por ejemplo, la cúpula y los muros del observatorio que tengo me los vendió e instaló un meteorólogo de ‘‘Environment Canada’’, famoso también como astrónomo ‘‘aficionado’’, quien cuenta hasta con un asteroide que lleva su nombre : se llama Allan Rahill. Nos hicimos amigos hace años, en una de las tantas actividades de astronomía que se realizan en la provincia de Quebec.
Si veo en los comentarios que este tema interesa a los lectores de nuestro blog familiar, expondré otras experiencias e imágenes, entonces les contaré la historia de este soñador loco de los astros (yo) que se lo pasaba desde cabro chico combinando lentes para lograr acercar la Luna, el Sol y las estrellas en un afán de comprender el mundo que veían sus ojos. No es por egocentrismo, sino por el gusto de compartir con ustedes experiencias maravillosas que no siempre están al alcance de todos.
…O sea que debo terminar nuevamente con esa palabra que aparecía en las antiguas revistas como ‘‘El Peneca’’, ‘‘Okey’’ o las fotonovelas : ‘‘…Continuará…’’.
Texto de don Yope